domingo, 29 de abril de 2007

ESCUCHAR LA PALABRA DE JESÚS ES CREER EN ÉL

Las lecturas del domingo 29 de abril de 2007 fueron: Hechos 13, 14. 43-52; Apocalipsis 7, 9. 14b-17; Jn. 10, 27-30.

Para comprender mejor el Evangelio nos ayudaría conocer la pregunta que se le hizo a Jesús para que dijera las palabras de este domingo. Los judíos, desesperados ante las palabras de Jesús, le habían exigido: ¨¿Hasta cuándo vas a tenernos en suspenso? Si eres el Cristo, dilo claramente de una vez.¨ Ante esta exigencia Jesús les deja claro que Él es el Buen Pastor, es el Hijo de Dios y Él y su Padre son uno.

Pero ellos no quieren escuchar, no solo no aceptan sus palabras sino que buscarán matarlo después de este encuentro. Así es como toman sentido las palabras de Jesús, ¨mis ovejas escuchan mi voz¨, es decir, escuchar sus palabras es creer en Él, creer en su presencia, creer que Él es verdaderamente el Hijo de Dios que nos revela al Padre, sabernos conocidos, amados por Él.

Para aquellos que no escuchan es imposible creer esto y más imposible saberse amados y conocidos por Dios. Por lo tanto, Jesús nos invita a entrar en una relación estrecha con Él, pues ¿quién escucha a alguien que no le interesa, quién sigue a alguien que no conoce, quién se sabe amado por alguien que no posee una relación con él? ¿Alguna vez te has visto diciéndole a Dios: ¨Señor, háblame claro, ¿qué quieres que entienda de todo esto¨? O tal vez preguntándole a Dios: ¨Señor, ¿qué hago? Dame una señal.¨

A la luz de este Evangelio cabría preguntarnos si es Dios el que no nos habla o nosotros que no queremos escuchar. ¿Es Dios que no nos conoce o nosotros que no escuchamos? Dios nos invita hoy a abrir nuestro corazón, a acercarnos a Él, a conocerlo y amarlo para poder y ¨querer¨ escucharlo a Él. ¿Cuántas veces nos hablará Dios en un día? ¿Cuántas veces lo escuchamos? Nadie puede escuchar a quien no quiere escuchar.

En tu matrimonio, en tu trabajo, en tu oración, Dios se hace presente, te habla pidiéndote una respuesta; tal vez pidiéndote paciencia, comprensión, caridad, perdón, silencio, decisión, muchas cosas puede pedirte Dios en tu vida, pero sólo si e atreves a sentirte su oveja, a sentirte en estrecha relación con Él, escucharás su voz.

domingo, 22 de abril de 2007

JESÚS ESTÁ EN LA COMUNIDAD QUE LO BUSCA

Las lecturas del domingo, 22 de abril fueron: Hechos 5, 27b-32. 40b-41; Apocalipsis 5, 11-14; Jn. 21, 1-19.

Llama mucho la atención la simplicidad con la que Jesús quiere convivir con sus discípulos. Él busca ayudarlos en su trabajo y compartir el pan con ellos. Dos gestos, muy sencillos, pero muy profundos si nos damos cuenta que era Jesús resucitado quien lo hacía. Jesús no pretendía deslumbrar con grandes milagros, no caminó sobre las aguas ni multiplicó los peces, sino que se hizo cercano, como uno de ellos.

Se puede percibir aquí a un Jesús que quiere que sus discípulos lo sientan cercano, vivo, solidario. Jesús quiere fortalecer su relación con ellos porque sabe que sólo desde esta experiencia de cercanía con Él sus discípulos podrán dar testimonio ante cualquier adversidad.

En un segundo momento del evangelio, se nos narra cómo esta relación con los discípulos es privilegiada por Jesús con Pedro. Jesús es directo: ¨Pedro, ¿me amas?¨ Él sabe que si Pedro ha de fungir como líder de esta pequeña comunidad y después de la comunidad cristiana debe de estar bien cimentada su relación con Cristo. Las tres veces que repite la pregunta ratifican la importancia que Jesús daba a esta relación. Jesús quería dejar convencido a Pedro de que en verdad lo amaba. No quería que hubiera rastro de duda del amor que Pedro tenía por Jesús, pues sólo desde este amor podrá Pedro cumplir su misión.

Hoy se nos recuerda fuertemente que creer en y seguir a Jesús es ante todo una relación, una relación de amor con Dios, una relación de amor con aquel que sabemos nos amó primero. Antes de pensar en los compromisos que conlleva ser cristianos, antes de pensar en cumplir los mandamientos o vivir las bienaventuranzas, hemos de pensar en fortalecer nuestra relación con Dios. Sólo desde ahí encontraremos el sentido y tendremos las fuerzas para vivir como verdaderos cristianos. ¿Se imaginan ustedes a un matrimonio que tenga que vivir todas las exigencias de ser padre/madre, esposo/esposa pero que no se amen el uno al otro? Pues lo mismo sucede cuando un cristiano no se ha dado cuenta del amor de Dios y quiere cumplir con las exigencias de la caridad, la solidaridad el perdón; es imposible ser feliz así.

Hoy le podemos poner nuestro nombre a la pregunta que Jesús le hace a Pedro. Pues si no estás seguro(a) de este amor, jamás podrás vivir como verdadero cristiano ni como hijo de Dios. ¿Cómo llegar a este amor? Imagínate cómo llegas a conocer y amar a una persona: primero la tienes que conocer (Evangelios), después la tienes que tratar con frecuencia (Oración), después se puede crear un lazo de compromisos (Caridad).

Tres pasos, clraos y concretos que nos llevan a conocer a Jesús y amarlo como Él nos lo pide.

sábado, 21 de abril de 2007

LA FE NOS LIBERA DEL MIEDO

Las lecturas del domingo 15 de abril de 2007 fueron: Hechos 5, 12-16; Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19; Jn. 20, 19-31.

Qué increible síntesis nos comparte san Juan sobre su experiencia del Resucitado. En cuatro palabras se podría resumir esta experiencia: Encuentro con Jesús (¨la Paz esté con ustedes¨); Envío (¨Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo¨); Recepción del Espíritu (¨Reciban el Espíritu Santo¨); todo esto traducido en Obras (¨A los que les perdonen los pecados les quedan perdonados...¨).

Esta es la experiencia de Dios Resucitado, una experiencia que brota de un encuentro con Jesucristo vivo, experiencia sin la cual, nadie puede hablar de un Dios de vivos y glorificado. Eso le pasó a Tomás, que sin la experiencia del resucitado no pudo creer en él.

Es una experiencia también que nos llena del Espíritu, nos transforma nuestra visión del mundo y de Dios y nos capacita para amar. Por lo mismo, ha de ser una buena experiencia que nos lleve a compartirla en el Aor, en la misericordia con los demás. El fondo de la Resurrección es la experiencia del Resucitado, experiencia que Tomás negó en un principio y que Jesús recalcó al permitirle tocar sus heridas.

¿Cómo podemos nosotros vivir esas experiencias hoy? ¿Es que debemos esperar al mismo Jesús que se nos aparezca como a los discípulos? Jesús hoy nos sigue saliendo al encuentro en el hermano necesitado, en el prójimo que nos desespera, en el cónyuge que no entiende y necesita comprensión, en el hijo que exige más atención, en el amor de una pareja, en el amor de los hijos, en las experiencias de solidaridad y de apoyo, en los sacramentos y sobre todo en su Palabra y su Cuerpo y Sangre.

Ahí está Jesús, vivo, resucitado; a veces mostrándonos su gloria, a veces mostrándonos sus llagas para que las toquemos. La experiencia depende de nuestra fe, de nuestra disposición a encontrarnos con aquel que sale a nuestro encuentro. Abramos los ojos, Cristo está vivo, y camina entre nosotros buscando llenarnos de su Paz y pidiéndonos nuestro amor.

miércoles, 11 de abril de 2007

Recuerda: cambio de hora en misa

A partir del primer fin de semana de mayo, la misa del domingo a las 9 am, pasa a ser a las 8:30 am. De esta forma evitamos los problemas de entrada y salida que ocurrían antes de la misa de las 11.

Que Dios les bendiga.

TESTIGOS DE LA LUZ DE CRISTO RESUCITADO

Las lecturas del Domingo de Resurrección, 8 de abril de 2007 fueron: Hechos 10, 34a. 37-43; Colosenses 3, 1-4; Jn. 20, 1-9.

Vivimos quejándonos de que el mundo que nos rodea cada día está peor, estamos rodeados de una cultura de la muerte, de una sociedad egocentrista en muchas de sus actitudes, materialista en su escala de valores, y poco profunda en sus ideales. ¿Cabe aquí un anuncio de Cristo resucitado? Claro que sí.

Somos nosotros los cristianos los que debemos de dar testimonio de la esperanza del resucitado, de su anuncio claro y determinante: ni la muerte, ni el pecado, ni el sufrimiento, ni la injusticia tienen la última palabra; es Cristo quien los ha vencido y si nosotros estamos dispuestos a seguir su camino, venceremos junto con Él.

CRISTO HA RESUCITADO.

Este ha de ser el anuncio que resuene en lo profundo de nuestros corazones todas estas semanas. Cristo ha resucitado, y nosotros somos testigos de ello: pero ¿cómo ser testigos de esto? Haciendo que quien se sienta muerto (el hambriento, quien se siente solo, quien no tiene qué vestir, los presos, quien no se siente aceptado por nadie, la relación que necesita de tu perdón, etc.) encuentre la VIDA en tí. Tenemos que cambiar de actitud para con los demás, no podemos vivir tristes, rencorosos e indiferentes.

La Pascua es un tiempo de alegría, de gozo profundo, de caridad expresa, de solidaridad gozosa; estos cincuenta días que celebramos la Pascua, cambiemos de actitud; volteemos a ver al necesitado, vivamos con gozo y paz, pues el Señor ha resucitado y el pecado ha sido derrotado. Seamos testigos de la Luz que Cristo Resucitado nos ha brindado un día como hoy.