lunes, 9 de julio de 2007

Las lecturas del domingo 24 de junio de 2.007 fueron: Isaías 49, 1-6; Hechos 13, 22-26; Lc. 1, 57-66.80.

Hoy celebramos la fiesta del nacimiento de Juan el Bautista. Esta es la solemnidad más antigua de un santo en la Iglesia. Tan importante es su fiesta que se permite que en lugar de las lecturas dominicales se celebre la misa de esta solemnidad. Pongamos atención en su mensaje. Más que hablar de la vocación de Juan el Bautista, en la cual podremos meditar el día que celebremos su martirio (29 de agosto), es importante que meditemos en esta fiesta sobre su nacimiento y sobre la actitud de sus padres.

Cuando contemplamos a los bebés recién nacidos nunca nos imaginamos qué será de ellos, de ese hijo o hija de Dios; los vemos tan pequeños que ni pensamos en lo que realizarán de grandes. Sin embargo, Isabel y Zacarías, supieron reconocer desde el principio que el niño que Dios ponía en sus manos no era sólo fruto de su carne, sino que el Espíritu de Dios había tenido mucho que ver en él y por eso le ponen Juan.

De la misma manera que Juan tenía una vocación divina, cada uno de nosotros la tenemos; todos estamos llamados a vivir en el amor, a dar testimonio de nuestro Padre, a ser testigos de la vida de Jesucristo, a ser portadores de la Buena Nueva. Por lo tanto, aquí cabría hacernos dos preguntas importantes:

Como mamá o papá, ¿hacia dónde estoy guiando a mis hijos? ¿Hacia Dios, o hacia mí? ¿O hacia ningún lado?

No pueden los padres de familia ser ciegos ante la realidad de que sus hijos son fruto de una voluntad divina y no sólo humana, que deben intentar con todo su corazón marcar en esos corazones la impronta de Dios y no sólo la impronta de su amor personal.

La segunda pregunta sería:

¿Cómo estoy viviendo mi vocación a la que fui llamado?

Todos hemos recibido una vocación al amor; este amor se puede vivir en un matrimonio, consagrándose a Dios por su Pueblo o desde la soltería; pero es un imperativo que se tiene que vivir.

¿Cómo estoy respondiendo a esa vocación al amor?

Juan el Bautista lo hizo como profeta, como el más grande de los profetas. Y nosotros, ¿cómo la realizamos?

lunes, 2 de julio de 2007

¿Te gustaría ser catequista?

Queridos hermanos y hermanas,

Estamos buscando catequistas.
La parroquia ofrece catequesis a niños, pero en este momento no tenemos suficientes catequistas para cubrir la demanda.

Te invito a que le preguntes al Señor si está en su plan para tí que ofrezcas tu tiempo para este servicio. Si te contesta que sí, por favor llámanos a la oficina parroquial al (787) 720-3150.

Muchas gracias. Que Dios siga bendiciéndote a tí y a tu familia.

P. Ricardo Castellanos

martes, 19 de junio de 2007

PERMITAMOS QUE EL SEÑOR ENTRE EN NUESTRA VIDA

Las lecturas del domingo 10 de junio de 2007 fueron: 1 Reyes 17, 17-24; Gálatas 1, 11-19; Lc. 7, 11-17.

Hay una diferencia abismal entre las demás ¨religiones¨ y el cristianismo. En las demás, la persona va en busca de Dios. En el cristianismo es Dios el que busca al ser humano. Y en la Iglesia Católica, fundada por Cristo, lo vemos todos los días.

Este Evangelio es una prueba más del amor de Dios hacia nosotros, que es infinito. Tiene el arrojo y tesón del amor del padre y el candor y profundidad del amor de madre. Cristo al ver a la viuda que se le había muerto todo lo que tenía en el mundo, se compadece de ella. Del Corazón de Cristo brota esa necesidad de consolar a la viuda y le vuelve a entregar a su hijo.

Y así como Cristo entregó alegría a esta viuda, hoy día Cristo entrega a muchos padres angustiados su joven hijo que se fue de casa días atrás, ablanda los corazones de los esposos a punto de separarse, inspira a los grandes empresarios a cambiar de actitud hacia sus colaboradores y, en vez de hundirles en deudas estratosféricas, hacen un trato para arreglar cuentas, etc.

Dios sigue obrando milagros para que nosotros podamos ser felices en Él. Es imposible que a Dios le guste vernos tristes, porque nos ama. Pero si lo estamos...¿acaso será porque no le hemos permitido a Cristo entrar en nuestra vida? Pidamos hoy esta gracia a Cristo Eucaristía.

DIOS ES AMOR Y NOS AMA CON AMOR ETERNO

Las lecturas del domingo 3 de junio de 2007 fueron: Proverbios 8, 22-31; Romanos 5, 1-5; Jn. 16, 12-15.

Hoy celebramos una de las experiencias más profundas de nuestra fe cristiana; y digo experiencias porque la Santísima Trinidad, antes de ser una verdad de fe, es una experiencia de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu santificador. Son tres personas, más no tres dioses; es la comunidad divina que desde la eternidad se ha derramado en amor por su creación. De esta manera, podemos afirmar que esta es la fiesta del amor, del amor hacia el interior de Dios y de ese amor derramado sobre nosotros.

La Trinidad es la experiencia más profunda que como cristianos hemos de tener. Es la experiencia de saberme amado por un Dios que es mi Padre, enviado por un Dios que se encarnó y me dio una misión para mi vida (seguirlo a Él) y penetrado por un Dios que invade lo profundo de mi interior y suscita sentimientos y experiencias de unidad, amor, solidaridad, misericordia, gozo y paz.

Este es el Dios trinitario, un Dios comunidad que me llama a vivir en comunidad, un Dios único que me invita a vivir en unidad y solidaridad, un Dios que derrama su amor y que me invita a saberme ¨inundado¨ por ese amor y a derramarlo sobre mi prójimo.

Dios Trino es el modelo perfecto de todo ser humano y de toda sociedad humana. Si fuimos creados a su imagen y semejanza es porque estamos llamados a vivir como Él. Esto significa que debemos de aprender a respetar nuestras diferencias y a valernos de ellas para vivir nuestra unidad (esto es exactamente lo que sucede en el Dios cristiano: se respetan las tres personas, mas viven en perfecta unidad, al grado que no son tres dioses sino sólo uno).

Piensa en tu familia: ¿estará la felicidad en que todos sean y piensen y actúen iguales? ¿O valdrá la pena aceptar la diversidad (que no debería lastimarnos) y vivirnos como únicos e irrepetibles, pero necesitados de la unidad de los demás?

Piensa en tu comunidad eclesial o parroquial: ¿es el reconocimiento de los valores del otro la norma de vida?

Es muy cómodo tener una experiencia de Dios Trino de manera individual, sin embargo, no se puede creer en Él y vivir como si Dios fuera soledad.

PENTECOSTÉS - EL ESPÍRITU SANTO ES VIDA EN NOSOTROS

Las lecturas del domingo 27 de mayo de 2007 fueron: Hechos 2, 1-11; 1 Corintios 12, 3b-7.12-13; Jn. 20, 19-23.

Hoy escuchamos dos narraciones sobre cómo recibieron los discípulos al Espíritu Santo. En la primera lectura, Lucas nos da una visión mucho más desarrollada de lo que significó este hecho; y en el Evangelio san Juan nos narra un acontecimiento más íntimo. Sin embargo, en ambas narraciones encontramos los elementos más importantes de este acontecimiento:

los discípulos reunidos; el viento (signo de vida nueva); el fuego (signo de purificación) y la predicación (constitutiva de la Iglesia).


Estos cuatro elementos nos sirven para comprender en dónde está el corazón de este gran acontecimiento. ¿Cómo vivir hoy esta fiesta de Pentecostés? Definitivamente no podemos pensar que vivir esta fiesta hoy es buscar los mismos signos externos descritos por la Sagrada Escritura. Pero sí es necesario renovarnos en nuestro compromiso por vivir la Nueva Vida en Cristo; por purificarnos de nuestros pecados y renovar nuestro esfuerzo por proclamar la Palabra de Dios. Si aceptamos que nuestras familias son el núcleo de nuestra Iglesia; que cada familia es un reflejo de toda nuestra Iglesia; tendríamos que empezar por hacer un buen examen de conciencia ¨en familia¨:

¿Cómo hemos dejado actuar al Espíritu Santo en nuestras relaciones, en nuestras actitudes hacia los hijos, los padres o los demás?

Debemos recordar que quien construye la Iglesia es el Espíritu Santo, pero sin nuestra cooperación su acción se ve debilitada. Por lo tanto, podríamos decir que nosotros somos ¨co-constructores¨ de este gran Reino que es de Cristo. ¿ Cómo está nuestro compromiso con los más necesitados, con la predicación de la Palabra, con la purificación de nustras faltas?

Durante este tiempo, vivamos intensamente nuestro compromiso como cristianos, haciendo presente al mismo Espíritu que nos introdujo en la vida de la Gracia.

miércoles, 30 de mayo de 2007

SEAMOS TESTIGOS DEL EVANGELIO

Las lecturas del domingo, 20 de mayo de 2007 fueron: Hechos 1, 1-11; Efesios 1,17-23; Lc. 24, 46-53.

La ascensión es una experiencia de los dicípulos de Jesús. Una experiencia de la glorificación de Jesús y del envío recibido para ser testigos de todo lo que habían vivido con él.

La ascensión es el culmen de la vida de Cristo entre nosotros; Jesús ya vivió y nos dio testimonio del Padre, ya murió y resucitó consiguiéndonos la salvación, ahora regresa al Padre, de donde ha vendo para glorificar al Padre y ser glorificado por Él.

Esto marca el comienzo de la Iglesia. Como primera comunidad de dicípulos de Jesús, sus seguidores están llamados a dar testimonio de Él, pero para eso Jesús les pide que esperen el cumplimiento de su promesa, es decir, que esperen el envío del Espíritu Santo. De esta manera, nuestra fe en la ascensión no exige creer que Jesús se elevó físicamente hacia el cielo (la realidad o el simbolismo de este heco no es importante), más bien la fe en la ascensión exige creer que Jesús, que vivió, murió y resicitó, ha regresado a su Padre y como Hijo intercede por todos nosotros para que demos testimonio de Él.

¿Cómo vivir hoy este misterio de la ascensión? Creo que la ascensión nos marca el final de la búsqueda. ¿A quién voy buscando yo en vida? Jesús buscó a su Padre y al final se encontró con Él. ¿Con quién nos encontraremos nosotros al final de nuestro caminar? ¿Con el dinero, con la pereza, con la indiferencia, con un Dios que sirve sólo para sacareme de los problemas, con una vida de placeres infinitos, con mi soberbia,...? Todos estamos llamados a llegar a Dios, nuestro Pdre, pero para ello Jesús nos marcó un camino: "sed testigos de su Evangelio". Si lo hacemos, entonces nos encontraremos con nuestro Padre, con el mismo Padre con quien Cristo se encontró. Sin embargo, no podemos olvidar que para lograr esto debemos recibir el Espíritu Santo. Por eso Jesús les pedirá que esperen recibirlo antes de hacer cualquier cosa. Porque Jesús sabe que sin la presencia del Espíritu, que es el Amor, nadie podrá acercarse al Padre ni cumplir su misión de hijo.

jueves, 17 de mayo de 2007

DIOS QUIERE ESTAR CON SUS HIJOS

Las lecturas del domingo 13 de mayo de 2007 fueron: Hechos 15, 1-2. 22-29; Apocalipsis 21, 10-14. 22-23; Jn. 14, 23-29.

La primera idea que saltaq a la luz en este Evangelio es que Jesús nos promete venir a nosotros y hacer de nuestra persona su morada, es decir, su lugar de habitación. Ante esto podríamos preguntarnos algo muy sencillo: ¿Dónde está Dios? ¿No es el cielo o el Sagrario su morada principal? Pues no. En realidad son nuestras personas su lugar más íntimo, nuestro interior se ha convertido, según las palabras de Jesús, en la más grande Catedral que se le pudiera haber erigido.

Así, por el Espíritu Santo hemos sido dispuestos para recibir a Dios; el Espíritu es quien nos explica y nos enseña las palabras de Jesús, es quien nos purifica y nos plenifica para vivir como digna morada del Señor.

Por último, Jesús termina dándonos la paz. ¿Cómo no vivir con gozo y paz cuando sabemos que hemos cumplido la palabra del Señor? Es la paz fruto de nuestra relación con Dios, paz que no significa ausencia de conflictos sino más bien habitación de Dios en nosotros. Qué lejos nos sentimos muchas veces de esta realidad. Vivimos a un Dios lejano, ¨que está allá arriba¨o ¨escondido en el Sagrario¨. Creo que hemos metido a Dios en lo más lejano a nuestra vida cotidiana para que nos deje vivirla y sólo lo queremos ver cuando nos acercamos a esos lugares sagrados, ¨separados¨. Sin embargo, Jesús nos invita a una vida completamente distinta: a una relación de intimidad, con un Dios que quiere estar con sus hijos, que quiere compartir los gozos y las dificultades que ellos experimentan, ese es el Dios de Jesús. ¿Por qué dejarlo fuera de nosotros entonces? ¿No será que nos da pena que contemple nuestras vidas de cerca, o que nos sintamos ¨falsamente¨ indignos de su presencia? ¿Cómo vamos a ser indignos si somos su misma creación, fruto de su amor, la misma imagen suya?

Esta semana, déjate habitar por Dios; esfuérzate por vivir su Palabra, por vivir el Amor que Él nos pide y déjate habitar por el mismo Dios que te ha creado y te mantiene vivo. Para ello, tendrás que perdonar a quien no lo has hecho, callar las críticas que tan fácil te salen y amar como Dios mismo te ha amado a tí.