domingo, 18 de marzo de 2007

VOLVAMOS A LA CASA DEL PADRE

Las lecturas del domingo 18 de marzo fueron: Josué 5, 9a. 10-12; 2 Corintios 5, 17-21; Lc. 15, 1-3. 11-22.

Vaya parábola que nos comparte aquí Jesús; verdaderamente rompe con todos los esquemas religiosos de su época y aún de los actuales. ¿Quién está más cerca de Dios, el hijo que abandonando a su Padre se aleja para vivir desenfrenadamente o aquel que permaneciendo en su casa vive como forastero o jornalero? En realidad, quien está más cerca es el que reconoce su lejanía, se arrepiente y regresa a encontrarse con su Padre, pues ambos se encontraban lejos de reconocer su relación de hijos.

De tal manera que no es la falsa perfección la que hemos de buscar sino el arrepentimiento sincero; no el cumplimiento de la ley por la ley, sino la relación amorosa que nos compromete a responder a tan inmenso amor; no la soberbia del que se cree ¨casi perfecto¨, sino la humildad del que se sabe indigno y no merecedor de tal misericordia.

Jesús anuncia que el amor del Padre está siempre abierto, siempre dispuesto a recibir a quien se arrepiente, no importa su lejanía o su pecado, si uno está dispuesto a volver a la casa del Padre, si está dispuesto a dejar su vida de ¨hijastro¨ atrás y vivir como verdadero hijo, el Padre siempre estará ahí para recibirlo y amarlo. ¿Quién no puede identificarse en algún momento de su vida tanto con el hijo menor, que no le importó vivir como si no tuviera quien le amara, como con el hijo mayor, que viviendo tan cerca del Padre nunca se sintió realmente hijo? ¿Cuántas crisis, cuántas peleas, cuántas diferencias pudieran evitarse si viviéramos convencidos del inmenso amor de Dios por cada uno de nosotros?

Todos nosotros necesitamos sentir, experimentar que pertenecemos a alguien, buscamos sentirnos amados y aceptados, y cuando no lo encontramos empezamos a buscar ¨comprar¨ u ¨olvidar¨ esta aceptación, este amor. Siempre que hacemos esto, somos como aquellos hijos pródigos que ya sea cerca o lejos de la Iglesia no se sienten y no se viven amados por Dios.

En esta cuaresma, ¿has sentido el amor de Dios, que siempre te recibe como hijo suyo? Danos tu testimonio.

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